. . . . . . . . . - L A C U L P A - . . . . . . . . .
La Conspiración de los Perros
Así como la sentencia “los sapos te mean y te dejan ciego” fue instalada en el acervo popular por estos batracios como forma de defensa psicológica para su especie, podemos asegurar casi plenamente que “el perro es el mejor amigo del hombre” tuvo su mismo origen e igual justificación.
Puede pensarse en la segunda frase como en un artilugio más de la que se compone la maquiavélica y ultrahistórica conspiración de los perros; conocida por unos pocos sospechada por todos.
Esta maniobra consistió, desde tiempos remotos, en mostrar a los canes como algo necesario, de apariencia noble y actitudes que pueden llegar a los conmovedor.
¿Para qué sirve una mascota? ¿Ornamento? ¿Seguridad? ¿Compañía? Sabemos que en la mayoría de los casos un perro llega como reemplazo de un antecesor extraviado (o fallecido -da igual-); es un sistemático método para asegurar la permanencia de la especie en hogares humanos.
¿Por qué las personas se compadecen de un animal en libertad y desean verlo sometido a la voluntad de un amo y confinado a un territorio delimitado? Otra de las subliminales acciones caninas.
Existen, también, infinidades de pruebas míticas, históricas y religiosas en las que éstos animales se ven favorecidos, exponiendo una faceta saturada de comportamiento gallardo, casi digno de lástima -si no es lo mismo-. Bajo esta conducta actuó Argos, cuando muere al ver a su dueño después de 20 años (nos guiamos por la literatura para creer tal reacción, siendo más conveniente, tal vez, inclinarnos por la historia revisionista que insiste en que sólo orinó por la emoción). La muerte de Argos lo cristaliza como uno de los tantos mártires de la conspiración.
Sería un exceso de mi parte traer a colación frases como “vida perra” o la multifacética “más X que un perro” o “como perro sin dueño”. Está llanamente comprobado que donde se busque testimonios que involucren a cualquiera de estos animales, el perro siempre monopolizará el papel de víctima que ha conseguido tras un trabajo fino y paciente. Así logrará acceder a lugares de privilegio casi inimaginados para el resto de las especies animales (como la adquisición de inmuebles o largas estancias en terrazas, otrora dominio casi exclusivo de la especie felina).
La conspiración de los perros ha llegado. Canes impíos, disfrutad su apogeo mientras dure. Porque ya está escrito en las sagradas escrituras: “afuera están los perros y los que practican espiritismo y los fornicadores y los asesinos y todo aquel al que le gusta la mentira y la lleve a cabo” en alguna parte del Apocalipsis, creo que al final.
Nada
fragmeto
(...) ¿Qué tal si Nikolai Tailov tenía razón? Sus teorías acerca de la creación estaban más allá de cualquier accionar racional. Pero Andrés descreía de la racionalización de la vida, y fundamentalmente, de su laboratorización. <<Hace aproximadamente trece millones de años no había materia; ni tiempo ni espacio. Pero había algo en algún lugar que en algún momento explotó>>
¿Antes del universo había nada o no había nada? Andrés estaba confundido. Tal vez más cerca de la verdad que nunca. Una vez más el paso de Tailov provocó en él el efecto de costumbre: la embestida propia de un ejército otomano forzando las cerraduras de sus más íntimas doors of perception.
Fórmulas científicas: Nada = todo : todo/nada/algo.
No somos nada. No somos todo. Somos algo... ¿Y Dios? ¿Dónde estaba durante el Big-bang? Testigo de la nada absoluta, o del todo comprimido en un átomo o de algo, ya que algo debía haber, sino ¿Detrás de qué se ocultó Dios una vez encendida la mecha que generó la explocreación?
Por más ilógica que se vea la imagen de Ormuz, o Geb, o Belial, o como quiera llamársele, encogido de hombros, con sus índices oficiando de protectores auditivos, dando la espalda al caldo de cultivo cósmico en potencia, a dos segundos de iniciarse algo -lo que fuera-, era para Andrés la prueba más cercana a la realidad liturgicocientífica.
-Seis días- se decía Andrés- le llevó a Dios la edificación del paraíso… ¿Seis días? ¿Quién puede constatarlo? Cabe la posibilidad de ver a Dios sentado en medio de una enigmática nebulosa, rodeado de nada desparramada. Sólo sentado ahí. Verlo sentado, pensando, quién sabe cuánto tiempo después de haber descartado su cuarto o quinto proyecto. No frustrado, sólo decepcionado de sí mismo. ¡Qué angustia habrá padecido el pobre Dios, tan falto de confianza! No debe culpársele por adoptar esa pose de compadrito arrabalero, que como intentando ganarse los favores de alguna señorita, a bordo de un transporte público , se le acerca y por debajo del ala del sombrero gris, dice, sacando pecho: ¿Sabés cuánto tardé en crear el universo? La impunidad del vacío hace irrefutable la versión de Dios:”Entonces dije ’luz’, chasqueo los dedos y la luz se hace ahí nomas...."
¿Cómo es que la ciencia, siempre tan basada en la experimentación, sin fundamentos comprobados, descree de la idea de la creación, sólo porque su mente materialista no puede aceptar la idea de la nada esencial antecesora del todo? Dios es, sobre la base de lo que la ciencia nos dice, una falacia institucional.
Para Andrés, esto representa mucho más: era la prueba de que el supremo creador no era tan supremo como se lo caracterizó en una época, sino, un sujeto más bien, modelo estándar, cuya facultad mejor explotada era la complicidad de ese todo o de esa nada, en fin, ¿Quién le impediría a Andrés la posibilidad de, algún día, encontrarse rodeado de esa misma nada? Nada que potenciaría cada una de sus acciones, transformando, si él lo deseara, un simple cantero en los jardines de Semiramis.
Cada vez menos elementos separaban a Andrés de Dios. Casi nada y esa nada era más preponderante que todos los todos.
Los Muertos no Existen
Rómulo mató a Remo; o viceversa. ¿A quién le importa? Ambos ya están muertos. ¿O acaso alguien lo duda?
en un mundo tan presentista que intenta avanzar acoplado a los progresos tecnológicos ¿Hay tiempo para estar muerto? No. En épocas de neologismos, superhéroes, contraculturas y heteroestructuras la desconexión con uno mismo e tan amplia que ni siquiera tenemos tiempo de ser actuales; siempre estamos un paso atrás de la vida. La liturgia humana prioriza el hoy (y en menor grado, el mañana).
La muerte es tan artificial como los obituarios de La Nación, donde expiran pequeños grupos, élites exánimes que desfallecen cuatro o cinco veces, en orden alfabético y, a su posición aristocrática corresponde el respeto recibido. ¿Qué se siente leer una muerte? Nada. Caminamos sobre cadáveres anónimos, en cualquier sitio, cuerpos esparcidos.
¡Los Muertos No Existen! Aceptémoslo (en todo caso se hace muy difícil reconocerlo).
Según el taoísmo, es necesario crear una fuerza antagónica para justificar el convencimiento de la existencia. Por extensión, si la la vida es ser, ¿Cuántos vivientes que no son nada? ¿Cuántos difuntos que fueron, son y seguirán siendo?
De dogmas, apoteosis, exegetas e iconoclastas
Él no se lo permite.
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